viernes, 28 de octubre de 2016

PGOU, "la ambición rompe el saco"

PGOU, “la ambición rompe el saco”

24 de octubre de 2016. POR
Jesús Molinero, arquitecto y experto en urbanismo, ha sido uno de los grandes vigilantes del Plan General de Ordenación Urbana de Santander (de inminente anulación por el Tribunal Supremo) desde DEBA, la Plataforma en Defensa de la Bahía.
En declaraciones a EL FARADIO DE LA TARDE, Molinero ha explicado que aunque el de Santander no es el primer plan generado anulado por el Supremo, sí que es el primero que se anula directamente.
Es decir, en los anteriores se había confirmado una anulación previa por parte de los juzgados locales, pero aquí el TSJC, la justicia cántabra, no había visto motivos para la anulación, y es el Supremo el que “revoca” que siempre sorprendió por agotar todo el suelo de la ciudad pese a la constante pérdida de la población.
Y se hace no por motivos formales (otros planes se han anulado por algún trámite mal hecho, etc), sino por de fondo, porque las previsiones de población del plan no se han ejecutado “porque no hay mercado ni personal para ese crecimiento explosivo del Plan General de 2012”. “La ambición rompe el saco”, ha aseverado.
“Santander no se merecía un plan tan nefasto para su futuro como el que tenía aprobado”, aseveraba el arquitecto, quien llamaba la atención sobre cómo en su redacción no intervinieron los técnicos municipales, sino asesorías externas y el exconsejero de Medio Ambiente, hoy senador, Javier Fernández, quien estuvo tanto en el Ayuntamiento como en la CROTU.
A partir de ahora, varias consecuencias, desgranadas por Molinero:
-se vuelve al Plan General de 1997, por lo que “todas las expectativas de crecimiento y negocio quedan absolutamente anuladas”.
-Uno de los principales elementos en que se apoyaba el plan era el Parque Litoral Norte, en la zona norte de la ciudad (Monte, Cueto, La Maruca).
Esa zona “deja de existir”, por lo que habrá que buscar espacios verdes, pero allí la principal consecuencia es económica: los propietarios dejarán de pagar la contribución urbana, el IBI pasará a ser rústico, más barato.
O sea, “el Ayuntamiento tendrá problemas económicos” (la búsqueda de ingresos fue uno de los motivos para la revisión del plan, extremo admitido en el propio documento.
Con esas consecuencias en la mano, Molinero abogaba por dos escenarios:
-El de la asunción de responsabilidades políticas: “Los gestores y creadores del Plan General más vale que se marcharan”
-Y el de la elaboración de un nuevo plan, “más trabajado, con más cariño y no tanto interés económico”.
Es allí donde se recuerda la principal reivindicación de DEBA y de todas las plataformas que integran a afectados por el urbanismo en Santander, desde el Cabildo a Tetuán, pasando por el Prado San Roque o el Pilón: más participación.
“A ver si de una maldita vez se puede hacer un Plan General con la participación de todos, pero de verdad, no con una infografía, porque está ciudad se está muriendo, está perdiendo población”, afirmaba.

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